Historia del Balneario de Cerveza

Los primeros balnearios empezaron a aparecer ya en la antigua China y Egipto. Se usaban fuentes termales para la higiene personal y tratamiento de enfermedades y mejora de la inmunidad. El primer balneario de cerveza data desde hace dos mil años.

Baños en cerveza, incluido el consumo de la misma, se practicaban en la curandería popular – ya nuestras abuelas y bisabuelas recomendaban la levadura cervecera como remedio de muchas enfermedades – es producto secundario de la producción de la cerveza y se usa para tratamientos desde la edad antigua.

PRAGA (Praha) se convirtió en un centro importante ya a finales del siglo IX, cuando la dinastía Přemysl la eligió como sede. Su mayor auge se produjo bajo el reinado de Carlos IV, cuando Praga se convirtió por primera vez en la capital del Imperio Romano. El carácter arquitectónico único de la ciudad, con sus torres medievales y su inconfundible Puente de Carlos, fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO a finales del siglo XX.

En la Pera de Oro (U Zlaté Hrušky) Bienvenido a la Praga rudolfina de finales del siglo XVI y del XVII. En aquella época Praga era un verdadero laberinto del mundo, donde se reunían los líderes culturales, artísticos y científicos de la época, donde la investigación, el descubrimiento y la creación eran incansables. Praga era un verdadero centro de la Europa cultural y científica. Y todo gracias a Rodolfo II Habsburgo (18 de julio de 1552, Viena – 20 de enero de 1612, Praga), emperador romano, rey de Hungría, Bohemia y Croacia y archiduque de Austria.

Amante entusiasta de las artes, mecenas y partidario de las ciencias, Rodolfo II contribuyó al florecimiento cultural de las tierras checas y a intensos contactos internacionales en el ámbito de la ciencia y la cultura. Por recomendación del director de sus talleres de alquimia, un erudito naturalista y su médico personal Tadeáš Hájek de Hájek, Rodolfo II también invitó a Praga al renombrado astrónomo danés Tycho Brahe. A finales del siglo XVI, Tycho Brahe llevaba ya muchos años trabajando para el rey danés como destacado astrónomo cuyas observaciones con instrumentos fabricados según sus propios diseños eran tan precisas que sólo fueron superadas tras el descubrimiento del telescopio. Para aprovechar su genio, el rey Federico II de Dinamarca encargó a Tycho la construcción de laboratorios y observatorios privados en Uranienborg y Stjerneborg, en la isla de Hven. Trabajó durante más de veinte años en el observatorio de la isla regalado por el rey. Por sus servicios se le concedió la más alta condecoración real danesa, la Orden del Elefante, con la que se le suele retratar. En su residencia de la isla de Hven, rodeada de extensos jardines, Tycho Brahe cultivaba una gran variedad de hierbas, cuyos efectos medicinales estudió con detalle este polifacético científico.

Tras su llegada a Praga, Tycho Brahe se alojó en la casa U Zlatého noha, un edificio adyacente a la casa U Zlaté hrušky. Tras su llegada a Praga, Tycho Brahe estuvo en estrecho contacto con su viejo amigo y colega científico Tadeáš Hájek de Hájek, gran experto en cerveza checa, que fue el primero en escribir un tratado erudito sobre la cerveza (De cerevisia eiusque conficiendi ratione).  Tycho y Hájek bebían a menudo la excelente cerveza de la fábrica de Krušovice, que Rodolfo II compró para la Corona checa en 1583. Tycho, que conocía el poder curativo de las hierbas, descubrió inmediatamente que el único ingrediente de la cerveza que aportaba relajación y descanso al cuerpo era el lúpulo de Žatec. No dudó en embarcarse en estudios y experimentos para aprovechar los grandes efectos del lúpulo para la salud y el rejuvenecimiento, tal y como ordenó el propio emperador Rodolfo II. Tycho llevó a cabo sus investigaciones en los laboratorios alquímicos que instaló en los sótanos de un edificio vecino, la casa de la Pera de Oro, en la que se encuentra hoy. Tras una serie de experimentos, Tycho llegó a la conclusión de que los mejores efectos de relajación y regeneración general del cuerpo, la calma de los nervios y el rejuvenecimiento de la piel se consiguen en un baño de hidromasaje que contiene lúpulo triturado y levadura de cerveza, seguido de un descanso en una cama de paja natural. El ingrediente secreto del tratamiento curativo era también la propia cerveza. El buen estado de ánimo y el bienestar, no sólo durante el tratamiento, sino también después, se promueven gracias a los continuos sorbos moderados de cerveza Krušovice. ¡Disfrute del bienestar real!

¡Balneario de cerveza Spa Beerland – el único original desde el año 1981!